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Fallas en la administración financiera: Posibles consecuencias para un país o una empresa.

Hace unos días uno de nuestros clientes nos hizo la siguiente pregunta: ¿Cómo entender los problemas actuales de la economía argentina? La respuesta nos llevó a consideración tres aspectos básicos de la ciencia económica: La escasez de recursos, la existencia de necesidades y la relación entre las preferencias y las elecciones de los agentes económicos. ¿Cómo intervienen tales aspectos en el caso argentino? Más aún, ¿Qué similitud habría entre los problemas económico-financieros que enfrenta un país y los que enfrenta una empresa? Para acertar en las respuestas, será importante hacer algunos comentarios previos.
En términos generales, podemos representar un sistema económico según el siguiente esquema:

A partir de ello, debemos considerar que nos enfrentamos a dos circunstancias adversas: (1) Escasez de recursos (naturales, económicos o humanos) que, si pudieran ser debidamente aprovechados, nos permitirían satisfacer nuestras necesidades, desde las que podríamos llamar elementales o primarias (alimentación, educación, un lugar seguro donde vivir, etc.) hasta las que podríamos considerar accesorias o secundarias (la búsqueda de placer, diversión, entretenimiento, etc.); y, (2) Dificultad para contar con los medios necesarios y suficientes (conocimientos, información, dinero, instrumentos financieros, etc.) que nos permitan aprovechar lo mejor posible (con eficiencia y eficacia) los recursos que estén disponibles para el cumplimiento de nuestros fines.

Como toda necesidad revela una carencia, esto es, la ausencia de algo que hace falta, y puesto que hay escasez de recursos y de los “medios” para aprovecharlos de la mejor manera posible, surgirán preferencias y elecciones que guiarán nuestro comportamiento, todo lo cual debería conducir a la mejor asignación de recursos posible en una economía. Esto último implica que tendremos que elegir con criterios razonables de qué manera y en qué orden hemos de satisfacer nuestras necesidades, qué medios serán utilizados y qué recursos podrán ser aprovechados.

Podemos entonces definir el objetivo básico de un financista en el ámbito empresarial en los siguientes términos: Utilizar los medios necesarios y suficientes para poder aprovechar los recursos disponibles que faciliten tanto la fabricación como el intercambio de bienes y servicios, de tal modo que se logre el mayor rendimiento posible al realizar tales actividades a través del tiempo. En ese contexto, el administrador financiero de una empresa tendrá como objetivo asegurar el flujo de fondos suficientes que cubran los costos y gastos que exija la producción eficiente de sus bienes y servicios para, como resultado de ello, obtener ganancias. De modo similar, el gobierno de un país tendrá que administrar financieramente sus presupuestos anuales, de tal manera que pueda asegurar el cumplimiento de sus políticas públicas sin poner en riesgo el bienestar de sus ciudadanos.

Dicho ello, podemos volver a la pregunta inicial acerca de cómo entender la crisis que enfrenta la economía argentina en la actualidad. Ensayemos la siguiente explicación desde una perspectiva financiera: Durante los últimos 20 años (por lo menos), los sucesivos gobiernos han administrado de manera ineficiente los recursos disponibles del Estado, financiando un ineficaz y deficitario gasto público no solo con emisión monetaria (vía el Banco Central), sino también con una creciente deuda pública (interna y externa). Ello se ha intensificado desde 2019 y ha generado una espiral inflacionaria donde se observa, entre otras cosas, que: (i) el peso argentino se deprecia fuertemente frente a otras monedas (en especial el dólar), (ii) los salarios pierden continuamente su poder adquisitivo, con lo cual los niveles de pobreza aumentan, y (iii) se distorsionan todos los precios de la economía, lo que reduce los incentivos para que exista suficiente inversión privada y, por ende, se reduce el empleo.

Si a lo descrito añadimos las excesivas regulaciones y restricciones implementadas en los distintos mercados (laboral, bancario, cambiario, comercio exterior, etc.), así como la mayor exigencia tributaria, veremos que la economía argentina enfrenta un escenario similar a lo experimentado por la economía peruana entre mediados de la década de los años ochenta e inicios de la década de los noventa del siglo pasado. Como consecuencia de ello, los argentinos han dado señales claras de preferir el dólar como moneda de referencia para sus intercambios comerciales, pero también como reserva de valor, con la confianza de que al ahorrar en dólares conservarán su poder adquisitivo.

El caso argentino es complejo como para analizarlo a cabalidad en este post, pero nos puede servir de ejemplo para identificar los efectos negativos que se originan en un país como consecuencia de una fallida administración financiera, por las siguientes razones: (i) El gasto del sector público es, de modo persistente, muy superior al nivel de ingresos que puede generar el Estado vía la recaudación tributaria. Más aún, dicho gasto no es ejecutado de manera eficiente, puesto que no se traduce en mejoras notables en, por lo menos, dos necesidades básicas de gran parte de la población: niveles adecuados de educación y de salud. (ii) El permanente déficit del gasto público se financia no solo emitiendo más dinero, lo cual genera inflación (incremento continuo de precios) y reduce el poder adquisitivo de las personas, sino también a través de un mayor endeudamiento del sector público (a tasas de interés más altas), lo que obliga al Estado a asumir gastos financieros que se vuelven impagables.

Como consecuencia de la ineficiente administración financiera del aparato público, se reducen o anulan los incentivos para desarrollar nuevos proyectos de inversión (dada la distorsión de los precios en la economía), se deteriora la productividad de la fuerza laboral (como consecuencia de altos niveles de pobreza) y un largo etcétera que impide cualquier posibilidad de crecimiento y desarrollo económico (el riesgo de recesión termina siendo inminente).

Sirva entonces lo descrito para hacer un símil con el caso de una empresa en la que existiera una ineficiente administración financiera de sus recursos. Observaríamos lo siguiente: i) Los gastos suelen destinarse a actividades, compras o inversiones que no se ajustan a la real capacidad productiva de la empresa ni tampoco contribuyen a mejorar su productividad, por lo que generan, tarde o temprano, pérdidas económicas. En consecuencia, los ingresos por ventas del negocio resultan insuficientes para cubrir la estructura de costos y gastos que exige su funcionamiento. ii) Compras e inversiones ineficaces o inadecuadamente programadas durante un prolongado periodo de tiempo (acumulando pérdidas), suelen demandar a la administración un mayor uso de fondos disponibles (urgencia por tener más “caja”) y, en el caso de no tenerlos, un mayor financiamiento de terceros, es decir, tomar más deuda para cumplir con los compromisos que se asumieron sin un adecuado análisis costo-beneficio.

Como consecuencia de la mala administración financiera, la empresa deteriora sus principales indicadores económico-financieros (como pueden ser el margen bruto y el EBITDA), poniendo en riesgo su capacidad para cumplir con sus compromisos de pago vigentes. Además, la ineficiente estructura de costos y gastos perjudica su productividad, lo cual implica que no pueda ofrecer un precio competitivo en el mercado, salvo que deteriore aún más sus márgenes de ganancia. En suma, la empresa restringe o, en el peor de los casos, anula la posibilidad de realizar nuevas inversiones en oportunidades de negocio más rentables, comprometiendo su expansión a mediano o largo plazo.

Como podemos ver, ya sea en su ejecución o por la naturaleza de su financiamiento, un gasto ineficiente que genera déficit fiscal (en un país) o pérdidas económicas (en una empresa) de forma permanente, trae consigo problemas financieros presentes y futuros. En tal escenario estaremos obligados a realizar, tarde o temprano, fuertes ajustes que podrían tener gran impacto negativo en los agentes económicos y, por extensión, en toda la sociedad. Queda claro, en consecuencia, que una administración financiera, tanto en un país como en una empresa, debe ser tomada con mucha responsabilidad. Y pensar que todo surgió a partir de una pregunta de un cliente acerca de la situación económica en Argentina.

Por: Walter Zuta

26 de abril de 2023